Delivery con lluvia
Pensemos que la poesía de Gabilondo es como un baúl donde hay muchas cosas. En su poesía conviven la casa de su abuela Mamei, un verso de Rodolfo Edwards, un sufrido amor a River, el 75 de Boedo a Retiro, una de Bob Dylan, su Arrecifes natal, un rollinguismo abstracto, una foto de la Presidenta en el mostrador de una heladería, la hora de la siesta y unas zucaritas muertas en la merienda del tiempo.
Lo político aparece despacio, casi susurrado. Gabilondo hace crónica en sus poemas. Antes de escribir, se cuenta a sí mismo. Detiene el caos a su alrededor, como quien detiene el tráfico en una avenida transitada y escribe. Busca la musiquita del poema. Gabilondo se habla para adentro, escribe para escucharse. Si parafraseo el tango, en el trotecito lento del poema va saliendo campo ajuera lo mejor del sentimiento.
En todo caso, hay una sola cosa importante: Gabilondo escribe con el corazón, de verdad. Y por eso da gusto leerlo.
– Jimena Arnolfi
Medidas: 14 x 18 cm
Páginas: 96
ISBN: 9789872516475
Editorial: Espiral Calipso
Año: 2012