No me olvides

Leandro Gabilondo - No me olvides

Buenas noches. Soy un pueblo imaginario. Me llamo No me olvides. Gracias por este espacio, nunca pensé que alguien iba a pensar en mí para poder hacer este descargo, para decir lo que tengo amontonado en el pecho hace décadas.

Buenas noches. Lo repito porque me conmueve saber que me están escuchando. Presentarme y poder contarles lo que me pasa es lo único que me mantiene vivo. No hay metáfora: soy un pueblo imaginario y me llamo No me olvides, igual que la flor, igual que el poema de Jauretche. Les decía: soy un pueblo imaginario, como Macondo, pero abandonado, vivo en mi propia calle, ni siquiera tengo un plan social. ¡Y cómo son las paradojas de la vida! Me llamo No me olvides. Soy un pueblo huérfano, nadie se hace cargo de mí, ni el Estado, ni la iglesia, ni la ONU, ni los chetos de las ONG. Nadie, hermano, nadie.

Sucede que vivo esta orfandad eterna porque alguna vez un escritor, en la famosa época del Boom latinoamericano, me inventó. Y quedé acá, perdido entre las páginas color hueso y el olor a tierra. Aunque, eso sí, por sobre todas las cosas: soy un pueblo.

Resulta que el escritor que me escribió, pobre muchacho, ya está muerto. Ni yo sé bien cuál es su nombre. Y a mí me apena que no lo recuerde nadie, porque supongo que él era un muchacho que solo amaba la literatura, la ficción, el realismo mágico, nada más, con eso era feliz, ni siquiera quería que lo recuerden. Y como a él no lo recuerda nadie, a mí me abandonaron. Mi soledad es una consecuencia. Todas las soledades son una consecuencia. Y ahí es que entra la nostalgia, la peor de las nostalgias, la nostalgia del presente. Encima tengo mar, como todo pueblo imaginario, tengo mar. Y soy pobre. La pobreza es incondicional. Cuando me leían, y ahora que nadie me recuerda, la pobreza siempre fue la misma. Tengo olas que van y vienen como el Nico De la Cruz, no se cansan nunca. Y mirando estas olas se enamoró mucha gente. Por eso me da pena que el autor también haya sido olvidado. No sé si era tan bueno escribiendo, a esta altura, qué importa, parece que sentía un montón, y esos tipos son imprescindibles para que mundo no sea un Excel gigante. En sus tramas hay mucha gente que supo enamorarse. Ese es mi mayor orgullo. Acá, los personajes se amaban, se agarraban de la mano, miraban las olas y se amaban, se pensaban en horario laboral, se extrañaban. Amarse es pensarse en horario laboral. Es algo importante que quiero decir ya que me dieron este espacio. Amarse es pensar en la otra persona mientras un jefe te dice que sos un inservible. Por eso me da tanto orgullo lo que viví hace muchos años, no quiero sonar a grupo de Facebook, pero me da orgullo cómo se amaban los personajes frente a este mar, pasaban las horas felices sin pensar en el futuro, no sabían el significado de la ansiedad, no miraban TN, no había tablas de surf, no le pedían permiso a ningún progresismo, simplemente se amaban y miraban las noctilucas en silencio mientras caía noche estrellada sobre mí, mientras la luna gorda y luminosa de un cielo color nafta tambaleaba sobre los techos, mientras mis perros ladraban y el verano dejaba de ser una estación para ser un sentimiento. Soy un pueblo imaginario, pero siento, me da bronca que nadie hasta hoy haya reparado en eso. Y necesito ayuda, necesito que sepan que estoy acá. No estoy pidiendo que hagamos la revolución, que bajemos a los tiros de Sierra Maestra y tomemos ron con Camilo Cienfuegos. Ojalá, pero no. Con que sepan que existo, con que sepan que alguna vez alguien se enamoró sobre mis playas me alcanza. Conmigo, el mundo fue un gran padre abandónico que sube fotos a las redes. Y yo no pido ser ni mejor ni peor que nadie, solo quiero mi identidad. Eso pido, no creo que sea mucho. Quiero volver a reconocerme, que alguien vuelva a ilusionarse conmigo, a sentir cómo se enamoran a cada rato los personajes de un escritor olvidado. Quiero, además, si no es mucho pedir, ya que estamos: que no voten fascistas, porque esos miserables quieren exterminar hasta los pueblos de la ficción. Y recuerden, por favor. Me llamo No me olvides. Soy un pueblo imaginario. Soy un pueblo. Y los pueblos nunca olvidan.

 

*Relato escrito específicamente para ser leído el domingo 15 de octubre de 2023 en el Teatro Solís de Montevideo. Evento realizado en el marco de Macondo – Gallera poética organizada por la Escuela de Poesía Más acá de los mundos.
Foto: Jorge Casal.

Compartir:
Scroll al inicio